sábado, 6 de febrero de 2016

La Nueva Babilonia

La exposición Constant arranca con obras realizadas a finales de los años cuarenta, cuando formaba


parte del movimiento internacional COBRA (acrónimo de las ciudades Copenhague, Bruselas y Amsterdam). Constant publica un manifiesto, reproducido en las vitrinas de entrada a la exposición, en el que reclama un nuevo orden social y un nuevo modo de hacer arte inspirado en el juego creativo de los niños y los llamados pueblos primitivos. También plantea que lo más importante para el artista debe ser el acto creativo en sí, más que la pintura o la escultura resultante. Estas son las ideas básicas con las que después elaboraría el concepto de Nueva Babilonia. En estos primeros años, sus pinturas son de colorido intenso y con formas de figuras irreales. El segundo apartado, previo a la obra central, narra el viaje que Constant realizó en 1956 a la ciudad italiana de Alba para participar en el tercer congreso del Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginista. Allí, el artista comprobó muy de cerca las difíciles condiciones de vida de la comunidad gitana. Zíngaros, flamencos y gitanos protagonizan un grupo de obras (organizadas por Pedro G. Romero y Rosario Peiró). A partir de aquí la muestra entra de lleno en la utopía babilónica. Las maquetas, artefactos y mobiliario se suceden y se mezclan en un ambiente que a veces entra de lleno en la ciencia ficción. En síntesis, la nueva ciudad sería una estructura laberíntica sustentada por pilares. Sus habitantes, los neobabilónicos, ocuparían la parte superior, mientras que el tráfico y los procesos productivos, totalmente automatizados, se desarrollarían en la parte inferior. Todos serían nómadas, en constante desplazamiento de una parte a otra de la ciudad. Liberados de la necesidad de trabajar gracias a los robots, podrían ocuparse solamente de jugar y de crear con sus vecinos. Las personas decidirían hasta el último detalle de su habitat, incluidos los materiales que se usarían en las construcciones. El proyecto quedó reducido a utopía, pero solo por la espectacular belleza de los elementos creados por Constant, el sueño valió la pena.

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